Estoy aquí después de leer “El huracán lleva tu nombre “ de
Jaime Bayly, escritor peruano, que me ha dejado alucinada, entre otras cosas, porque yo jamás he tenido un gay
cerca que me cuente sus experiencias, imagino que, parte del éxito de su primera
novela “No se lo digas a nadie”, cuya historia, son las peripecias que tuvo que
pasar para lograr salir del armario como escritor y como persona, se debe a que
la narrativa es tan cruda, tal real, que te cautiva desde la primera página, y
yo, que me engancho a las historias, cuando termina el autor y le da el final,
me resisto a aceptarlo y quiero saber más, mas anécdotas o mas vida de los
personajes, quiero saberlo todo hasta el día en que mueren de muerte natural por ser viejos y ni
siquiera ahí para mi curiosidad, quiero saber qué pasa con su herencia, con sus
cosas, con sus hijos, si los han tenido, si le recuerdan, en fin, para mi leer
una novela, no significa leer y terminar el libro y ya está, The End, yo no puedo aceptar el final,
aunque he de decir que no me pasa con todo lo que leo, hay historias que es
mejor no llegaran a darse nunca, y que mas valía que al día siguiente de
empezar, estuvieran out, muertas, sin
vida, caput.
En este caso quiero saber más y más del escritor peruano de
su vida y milagros, conocerle y decirle que me encanta leerlo, que es
fascinante su vida y el valor que tuvo para escribir y enfrentarse al mundo con
su primera novela, que por cierto aun no he leído, confieso que la empecé pero
prefiero plasmar todo lo que me ha inspirado, ahora en caliente, antes de que
la madre naturaleza haga su trabajo y mañana ya no recuerde esta sensación de
empatía y hasta puedo decir que de cierto cariño que me ha dejado “El huracán
lleva tu nombre”.
Debo decir que como lectora, soy digamos que, un poco
desordenada, empiezo a veces por el final y desecho rápidamente lo que no me
interesa o me “engancha” desde los primeros renglones, tengo la vista un poco
perjudicada y no quiero “gastar” la poca que me queda con historias como… bueno
algunas que dejé por el camino a medio leer, ojo, no confundir con cierto
presidente tricolor que no sabe cuales libros ha leído, porque me parece que he
leído un poco más que él, y lo que me molesta de que no supiera contestar la
pregunta, no es que no haya leído (que ya le vale) sino que sea tan estúpido
para no poder salir airoso de una pregunta tan insidiosa como “¿qué tres libros
han marcado su vida?” pues mire usted, yo
no creo que ningún libro marcara mi vida, en todo caso me ha gustado mucho tal
libro de tal autor, y tenerlo pensado y aprendido para no salir tan
escaldado de esa entrevista o rueda de prensa que fue por decirlo de alguna
manera decente; patética.
Pero en fin, lo que quería contar ahora que recién termino como diría Gabriel el
personaje protagonista de “El huracán lleva tu nombre”, es que me sentí retratada en algunos
personajes de su historia personal que ahora sabemos que, a pesar de maquillar
un poco la historia y los nombres era la historia de su vida, y no precisamente
en los buenos como Sofía o Isabel, sino que a lo mejor, en la tal Bárbara o en
la misma madre de Gabriel, porque he tenido actitudes parecidas y de verdad que
me he sentido avergonzada, la famosa vergüenza
ajena que en este caso no me era tan ajena, he actuado con la prepotencia y
chabacanería de esos personajes en alguna época de mi vida, en nombre de lo que
sea, llámese, por el bien de tal, por mi trabajo, por las prisas, por lo que
diablos haya sido pero confieso que me he resultado patética, si es que vale la
expresión.
Pero me da un poco de apuro, no el hecho de reconocer que he
sido así, como esas mujeres de la novela, sino que, ahora me doy cuenta el daño
que causamos, sin querer, a las personas que están alrededor, por eso ahora
entiendo muchas cosas.
Ahora entiendo a mi amigo "Hey", que le llamaré así de ahora en adelante, para no sacarle la
última pierna que aun tiene en el armario, ahora entiendo muchas cosas, sus silencios y evasivas, y creo
que si la sociedad de la época, hablo de los ochenta y noventas, vamos que, del
siglo pasado, si no hubiésemos sido tan obtusos
–porque no encuentro otra palabra que no me insulte a mi misma- para aceptar
con naturalidad que desde siempre, desde el principio de la vida humana, ha
existido la homosexualidad, de cualquier pelaje, que eso es otro tema, porque
entre ser gay (homosexual hombre o mujer)
y marica mala hay un mundo de
matices, si hubiera reconocido la sociedad, que la gente mala existe, pero no tiene que ver con su preferencia sexual,
que el rechazo y la segregación; tienen mucho que ver en el desarrollo y
formación de la conducta, en pleno desarrollo de niños y adolescentes que por
su condición sexual son marginados, rechazados y malditos como si la
preferencia sexual fuese determinante para crecer siendo un criminal…
Ahora, inmediatamente, he empezado a leer otro libro del
mismo autor “Los amigos que perdí” y me está enganchando, que manera más “artísticamente literaria” si es que este
término inventado se me permite, contiene las grandes verdades que quería soltar
Jaime Bayly a aquellos que defenestraron su novela y su amistad, por ver reflejadas
sus miserias en la intensa e hiriente “pluma” (por hablar del instrumento
antiguo que servía para plasmar signos en un lienzo de cuero o piel, no de la “pluma”
que conocemos coloquialmente en España).
Me está enganchando porque… ¡Qué ganas de decir lo mismo a quienes han defenestrado mis pequeños
éxitos, mis méritos y mi vida, mi origen y a mi madre! ¡Que ganas de gritarles
que muchas gracias por segregarme, porque así... enriquecieron mi espacio y mi espíritu!
Jaime Bayly, con tu permiso, intentaré, no copiar, ni
imitar, solo inspirarme en ti para soltar todo tipo de piropos a quienes me hicieron esos favores, haciendo que parezcan
caricias y adulaciones a esas personas, que sentirán que les entra el puñal en
el centro de su ego, sin que nadie lo note, haciendo que parezca una “oda a la
amistad y al cariño fraternal” y en el momento de leer esas palabras, se den
cuenta de lo inmensamente lacerantes que fueron sus viperinos comentarios y actitudes
en la vida de una adolescente que solo pedía cariño fraternal, aunque creo que
habrá quienes ni siquiera lo noten.
No sé porque he recordado esta famosa y repetida cita “Entre
los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” de
nuestro ilustre Benito Juárez, será porque cada uno tiene el derecho de
amanecer con quien le venga en gana, siempre que “lo que le venga en gana” también
quiera amanecer con él, he dicho.
Nota: Se nota que no empecé la primera novela de Jaime Bayly, sino una de las últimas, "Los amigos que perdí", pero da igual porque leeré la primera, aun cuando él mismo no la quiera recomendar.
Madrid a 5 de octubre de 2013, por Josie Márquez Contreras,
con la mente en franca recuperación, recordando personas y atavismos y esforzándome
por olvidarles… otra vez.