sábado, 5 de octubre de 2013

"El Huracán lleva tu nombre"








Estoy aquí después de leer “El huracán lleva tu nombre “ de Jaime Bayly, escritor peruano, que me ha dejado alucinada, entre otras cosas, porque yo jamás he tenido un gay cerca que me cuente sus experiencias, imagino que, parte del éxito de su primera novela “No se lo digas a nadie”, cuya historia, son las peripecias que tuvo que pasar para lograr salir del armario como escritor y como persona, se debe a que la narrativa es tan cruda, tal real, que te cautiva desde la primera página, y yo, que me engancho a las historias, cuando termina el autor y le da el final, me resisto a aceptarlo y quiero saber más, mas anécdotas o mas vida de los personajes, quiero saberlo todo hasta el día en que mueren de muerte natural por ser viejos y ni siquiera ahí para mi curiosidad, quiero saber qué pasa con su herencia, con sus cosas, con sus hijos, si los han tenido, si le recuerdan, en fin, para mi leer una novela, no significa leer y terminar el libro y ya está, The End, yo no puedo aceptar el final, aunque he de decir que no me pasa con todo lo que leo, hay historias que es mejor no llegaran a darse nunca, y que mas valía que al día siguiente de empezar, estuvieran out, muertas, sin vida, caput.

En este caso quiero saber más y más del escritor peruano de su vida y milagros, conocerle y decirle que me encanta leerlo, que es fascinante su vida y el valor que tuvo para escribir y enfrentarse al mundo con su primera novela, que por cierto aun no he leído, confieso que la empecé pero prefiero plasmar todo lo que me ha inspirado, ahora en caliente, antes de que la madre naturaleza haga su trabajo y mañana ya no recuerde esta sensación de empatía y hasta puedo decir que de cierto cariño que me ha dejado “El huracán lleva tu nombre”.

Debo decir que como lectora, soy digamos que, un poco desordenada, empiezo a veces por el final y desecho rápidamente lo que no me interesa o me “engancha” desde los primeros renglones, tengo la vista un poco perjudicada y no quiero “gastar” la poca que me queda con historias como… bueno algunas que dejé por el camino a medio leer, ojo, no confundir con cierto presidente tricolor que no sabe cuales libros ha leído, porque me parece que he leído un poco más que él, y lo que me molesta de que no supiera contestar la pregunta, no es que no haya leído (que ya le vale) sino que sea tan estúpido para no poder salir airoso de una pregunta tan insidiosa como “¿qué tres libros han marcado su vida?” pues mire usted, yo no creo que ningún libro marcara mi vida, en todo caso me ha gustado mucho tal libro de tal autor, y tenerlo pensado y aprendido para no salir tan escaldado de esa entrevista o rueda de prensa que fue por decirlo de alguna manera decente; patética.

Pero en fin, lo que quería contar ahora que recién termino como diría Gabriel el personaje protagonista de “El huracán lleva tu nombre”, es que me sentí retratada en algunos personajes de su historia personal que ahora sabemos que, a pesar de maquillar un poco la historia y los nombres era la historia de su vida, y no precisamente en los buenos como Sofía o Isabel, sino que a lo mejor, en la tal Bárbara o en la misma madre de Gabriel, porque he tenido actitudes parecidas y de verdad que me he sentido avergonzada, la famosa vergüenza ajena que en este caso no me era tan ajena, he actuado con la prepotencia y chabacanería de esos personajes en alguna época de mi vida, en nombre de lo que sea, llámese, por el bien de tal, por mi trabajo, por las prisas, por lo que diablos haya sido pero confieso que me he resultado patética, si es que vale la expresión.

Pero me da un poco de apuro, no el hecho de reconocer que he sido así, como esas mujeres de la novela, sino que, ahora me doy cuenta el daño que causamos, sin querer, a las personas que están alrededor, por eso ahora entiendo muchas cosas.

Ahora entiendo a mi amigo "Hey", que le llamaré así de ahora en adelante, para no sacarle la última pierna que aun tiene en el armario, ahora entiendo muchas cosas, sus silencios y evasivas, y creo que si la sociedad de la época, hablo de los ochenta y noventas, vamos que, del siglo pasado, si no hubiésemos sido tan obtusos –porque no encuentro otra palabra que no me insulte a mi misma- para aceptar con naturalidad que desde siempre, desde el principio de la vida humana, ha existido la homosexualidad, de cualquier pelaje, que eso es otro tema, porque entre ser gay (homosexual hombre o mujer) y marica mala hay un mundo de matices, si hubiera reconocido la sociedad, que la gente mala existe, pero no tiene que ver con su preferencia sexual, que el rechazo y la segregación; tienen mucho que ver en el desarrollo y formación de la conducta, en pleno desarrollo de niños y adolescentes que por su condición sexual son marginados, rechazados y malditos como si la preferencia sexual fuese determinante para crecer siendo un criminal…

Ahora, inmediatamente, he empezado a leer otro libro del mismo autor “Los amigos que perdí” y me está enganchando, que manera más “artísticamente literaria” si es que este término inventado se me permite, contiene las grandes verdades que quería soltar Jaime Bayly a aquellos que defenestraron su novela y su amistad, por ver reflejadas sus miserias en la intensa e hiriente “pluma” (por hablar del instrumento antiguo que servía para plasmar signos en un lienzo de cuero o piel, no de la “pluma” que conocemos coloquialmente en España).

Me está enganchando porque… ¡Qué ganas de decir lo mismo a quienes han defenestrado mis pequeños éxitos, mis méritos y mi vida, mi origen y a mi madre! ¡Que ganas de gritarles que muchas gracias por segregarme,  porque así... enriquecieron mi espacio y mi espíritu!

Jaime Bayly, con tu permiso, intentaré, no copiar, ni imitar, solo inspirarme en ti para soltar todo tipo de piropos a quienes me hicieron esos favores, haciendo que parezcan caricias y adulaciones a esas personas, que sentirán que les entra el puñal en el centro de su ego, sin que nadie lo note, haciendo que parezca una “oda a la amistad y al cariño fraternal” y en el momento de leer esas palabras, se den cuenta de lo inmensamente lacerantes que fueron sus viperinos comentarios y actitudes en la vida de una adolescente que solo pedía cariño fraternal, aunque creo que habrá quienes ni siquiera lo noten.

No sé porque he recordado esta famosa y repetida cita “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” de nuestro ilustre Benito Juárez, será porque cada uno tiene el derecho de amanecer con quien le venga en gana, siempre que “lo que le venga en gana” también quiera amanecer con él, he dicho.

Nota: Se nota que no empecé la primera novela de Jaime Bayly, sino una de las últimas, "Los amigos que perdí", pero da igual porque leeré la primera, aun cuando él mismo no la quiera recomendar.



Madrid a 5 de octubre de 2013, por Josie Márquez Contreras, con la mente en franca recuperación, recordando personas y atavismos y esforzándome por olvidarles… otra vez.

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